viernes, 26 de enero de 2007

EL PERFUME

Una cinta para dos públicos.

Para el que leyó la novela y para el que no lo hizo., esto es, expectativas diferentes.

Mientras los primeros (esta vez ahí me encuentro) buscamos conocer , los segundos van a resolver en pantalla lo que ya conocen.

Algo parecido a lo que sucedió con el Código Da Vinci.

El Perfume versa sobre un peculiar personaje que nace con el sentido del olfato desarrollado a tal grado que llega a obsesionarse con loas aromas, al grado querer retener para la eternidad la esencia de los cuerpos, y en sentido literario podría pensarse que del alma.

De tal forma la Europa del siglo XVIII es testigo de estos eventos en los que el joven parisino se convierte en un asesino serial que llevado por esta en principio romántica y posterior espeluzanante idea se obsesiona y mata.

La historia como tal el formidable y la forma de plasmar en la pantalla olores, sabores así como sensaciones y estados de ánimo es maravillosa.

La escena del nacimiento del recién nacido se asoma sin problema a una de las caras del cine de terror, la persecución en el laberinto recorre el velo del suspenso, y la serie en sí se regodea con el buen suspenso.

La actuación de un viejo lobo como Dustin Hoffman es atractiva para los viejos, mientras que la de Alan Rickman, hace lo propio con los jóvenes. Un buen equilibrio entre ellos, ejes centrales de la obra.

El erotismo se asoma desde luego y lo hace de manera fina y sugestiva, nunca , por lo menos hasta primer asesinato, fuera de lugar....

Pero....

Y aquí se me comentó que el final de la novela es tal y como se presenta. De ser así algo falló, o bien, se quiso llevar de manera íntegra la prosa de la novela de Patrick Suskind.

Lamentablemente la estructura y las imágenes se vienen abajo.

Una cinta que prometía convertirse en catálogo de culto, se viene abajo por la ausencia de un buen cierre. Ciertamente hay razones para pensar que el logro del asesino podría ser precisamente el alcanzar el don de retener las esencias, incluso triunfar sobre las buenas costumbres, pero la resolución plástica y el acomodo de elementos no es el adecuado.
Las metáforas desde luego que suelen ser válidas, y más aún tratándose del medio escrito, la mente vuela y los resultados llegan a ser efectivos, pero en este se fracasa en el intento. No son creíbles y lo grave es que a lo largo de su desarrollo la cinta se ubica en un contexto específico de sombras y misterios, para cerrar en uno diametralmente opuesto. Que pena.

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