sábado, 16 de junio de 2007

PARIS JE T´AIME


Paris Je T´aime

Paris por si misma podría llevarnos de la mano a recorrer calles, museos y a su vez permitirnos respirar del aire artístico que se respira a su alrededor.

En esta ocasión Paris se muestra como el marco de dieciocho pequeñas historias que nos llevan de la mano del Paris que pocas veces conocemos cuando estamos frente a la Eiffel, el Museo de los Inválidos o el mismo Louvre; el Paris que evoca historia cotidiana que sorprende por los matices de drama, tragicomedia y cierto esbozo de comedia.

Afortunadamente para el cinéfilo/Arte, esta propuesta en la mayoría de los cortos es aceptable y por momentos extraordinaria.

Hay por lo menos cuatro de ellos brillantes.

Mi favorito es el que narra las reflexiones de una turista Norteamericana que viaja sola a la ciudad Luz y literalmente se conoce a sí misma cada día que pasa en esta bella ciudad; para quienes aún detestan la idea de viajar solos, es una buena forma de pensarlo dos veces y animarse uno de estos días a tomarse en serio un proyecto en solitario. Descubrirán tantas cosas sobre ustedes mismos.

Otro, el que se narra en el Metro de la ciudad. Poco texto, más imagen. Un turista nuevamente se expone a lo mágico y a la vez denso de esta ciudad, la ciudad del amor para muchos de nosotros. El hombre termina en el suelo rodeado de monalisas, jajajaja, descubran porque.


Foto: Alberto E. Castillo. C 1990.

Hay fuertes golpes a la conciencia y al remordimiento. Dos de ellos interpretados por actores no Europeos ni Americanos. Tanto la historia de la joven madre latinoamericana, como la del hombre de raza negra, nos arrancan en menos de cinco minutos un suspiro y hasta una leve lágrima. Excelentes.

Cuarón nos ofrece muchas pistas mentales a lo largo del recorrido de los dos personajes que protagonizan su corto. Bueno, no es algo tan espectacular como la terrible Hijos del Hombre, pero queda de manifiesto su creatividad. El cierre es fantástico.

Podría seguirme, pero dejaré que mis amables lectores descubran los otros cortos por si mismos…quizá su corto favorito esté aun pendiente parta esta reseña. Seguramente.

miércoles, 6 de junio de 2007

EL VIOLIN


Eran cerca de las 5 de la tarde cuando mi amigo José Luís y el que estas líneas escribe recibieron el telefonazo que nos daba instrucciones de presentarnos en la alberca Olímpica esa misma noche para irnos a apoyar al equipo de trabajo que encabezaba conocido miembro de la política nacional.


Mi carrera en el gobierno vivía una etapa de “espera” antes los recientes acontecimientos acaecidos en la bellísima Chiapas.

Apenas quince días antes de este llamado los indígenas se habían levantado en armas para desestabilizar al gobierno, el gobierno de Salinas, iniciaba el durísimo 1994. Era enero 13.

Así tomamos aquel Golf de mi amigo y llegamos sin saber realmente a lo que íbamos, me refiero a las funciones específicas; pero en los 20’s la aventura justifica todo.

Después de varias horas de carretera en la total oscuridad y siguiendo a la caravana llegamos al estado de mi madre, Chiapas, ahí nació aun cuando ella se considera Tabasqueña. No importa. Llegamos a Chiapas, a San Cristóbal de las Casas y derechito a una posada a descansar del largísimo viaje que entre pequeñas escalas se completó.

Jamás, obvio, imaginé conocer por vez primera este bellísimo estado de la República ( el de mi madre) bajo esas condiciones por momentos escalofriantes. Los primeros retenes nos dieron la bienvenida.

Demasiado frío.

A la mañana siguiente la luz del día no apartó en lo absoluto el desolado escenario de una ciudad que parecía muerta, abandonada, con verdadero olor a muerte. El trajín comenzaría yendo a visitar albergues para reportar de inmediato que víveres, medicinas y ropa podría hacerle falta a las familias que habían quedado marginadas ante la toma de los insurgentes.

Más allá de posiciones políticas y con la poca conciencia de lo que realmente estaba sucediendo fuimos aprendiendo mucho de todo. De lo que teníamos y habíamos perdido, la tan llevada y traída Paz. Que México era realmente un mosaico, y que este era uno de los tantos México que existen, uno por cierto, implacable, real, táctil, crudo. Se nos partía el corazón al ver a los niños ondeando banderas blancas en medio de tan hermosos paisajes. Suspiro.

El Violín enmarca alguna de tantas historias que se dieron en torno a este movimiento.

Don Plutarco camina diariamente a tocar el Violín a uno de los retenes militares que tienen acordonada la zona en la que el vivía. Tiene que hacerlo para darle significado a la lucha, una que para ellos justifica el sacrificio en todo orden.

La cinta corre y con ella el retrato de nuestro país comienza a reflejar imágenes, sentimientos, estados de ánimo, en blanco y negro ¿para que el color? El color es para adornar árboles de navidad. Y el entorno de este movimiento nada tiene que ver con fiesta, aquí no hay nada que festejar….por ahora.

La referencia directa al movimiento del EZLN que encabezó (encabeza) el Sub comandante Insurgente Marcos, de quien tuve ocasión de leer cartas verdaderamente impactantes allá en San Cristóbal en 1994, me llevo a adentrarme aún más en esta cinta.

Estéticamente es perfecta, la escena en la que Don Plutarco se va retirando del campamento militar dando la espalda sobre la mula dice todo con el sonido del andar. El blanco y negro intensifica las escenas y las hace arte.

El Violín no sólo se ve, se respira, se huele, se siente, por ello es una película diferente.

El diálogo entre Don Plutarco y su nieto es único, inteligente, la forma de explicar la situación que está privando y que el pequeño no alcanza a comprender en ese momento. Un diálogo más con su hijo, hace esbozar una sonrisa, antes de darnos cuenta de que en esta cinta eso no se vale.

El México que muchas veces no vemos o no queremos ver está detrás de los árboles, detrás de los pastizales y de la vegetación más formidable, pero también detrás del rifle que en forma violín nos roba el último aliento…
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Desde las Montañas del Sureste Mexicano….arte.