domingo, 20 de agosto de 2023

Europa 1990-2023

El Viejo Continente , 33 años después.











ALEMANIA 




FRANCIA 

















SUIZA





HOLANDA (PAISES BAJOS)




BÉLGICA




ESPAÑA





ITALIA 





INGLATERRA 






Continuará....








Háblame

 Háblame (2023) Dir.Danny Philippou & Michael Philippou


“Te dejo entrar”




(Escrito mientras suena Creatures of the Night y Rock and Roll Hell de KISS, con las cuales se recomienda leer este apunte)


El encuentro con espíritus atrapados en alguna dimensión siempre ha despertado temor a la humanidad que intuye adrenalina, riesgo y curiosidad al enfrentarlos.


Desde tiempos lejanos el cine acude a las criaturas de la noche que penan sus pecados sobre la tierra y buscan puentes macabros para alcanzarnos y poseernos.


A través de los sótanos de viejas mansiones como la ubicada en el suburbio de Amityville, de muñecas (annabelle) de televisores (poltergeist) o títeres (El Títere) y figuras de porcelana (El Niño), las almas deformes traspasan la dimensión desconocida para cubrirse de una falsa humanidad.


En esta ocasión la inefable Ouija prefiere materializarse a través de la torcida ramificación de lo que alguna vez fue una mano viva, puntos neurales de riesgo mortal.

Riego que los adolescentes inmersos en la trama de Háblame ven como un juego intenso.

El cirio pálido en sus últimos gritos se prende en torno al horripilante ritual, desecho que parece estar recubierto de yeso y engrudo, tatuajes del mal, lo suficientemente fuertes para atravesar tus sentidos y hacer gesticular tus propios ojos.

Tomar hasta la última materia de tu mente e incrustarse en el callejón más lejano de tu imaginación.

Háblame, cincuenta segundos serán capaces de llevarte al límite de la angustia y la desesperación que nunca pensaste volver a experimentar en la oscuridad.



Brutal!



sábado, 12 de agosto de 2023

Oppenheimer



El Oppenheimer (2023) Christopher




"Tu la construiste, pero yo ordené lanzarla"


Vuelvo a mis libros, siempre pasa.

Desde la niñez mi abuela paterna y mis padres nos inculcaron el amor por los libros , desde enciclopedias, diccionarios, con imágenes - los favoritos en la niñez- y sin ellas, pequeños, grandes, de formas diversas. 
Más allá de los libros de música, historia, literatura o química escolares, siempre hubo un documento familiar para consultar.
Creo que mis padres se aferraron al término duro utilizado en los años de mi infancia, si no sabes ahí está el tumba burros niño, refiriéndose al inseparable diccionario Larousse y otras entrañables enciclopedias ordenadas en el librero.
Entre las pocas o muchas imágenes que los conformaban recuerdo algunas impactantes.
De la enciclopedia Salvat de lo tomos dedicados a la historia de las comunicaciones - entendida en los años sesenta como transportes- un par de ellas fueron razón de cierto temor pero también de

El hundimientos del Titanic y el incendio del legendario dirigible alemán LZ Hindenburg.



Recuerdo de igual forma otros hechos documentados en la enciclopedia Time Life como la carrera ficticia de mamíferos - volumen Los Mamíferos- o el proceso de nacimiento de un ser humano -volumen El Crecimienfo- logrando observar por primera vez en mi vida el pequeño embrión conectado con su madre vía el cordón umbilical. Bombas atómicas detonadas -volunen Energía-
Nunca olvido la superficie de Saturno, mi planeta favorito así como un grupo de dinosaurios.

 Algunas más llenaban muchas de mis tardes junto con la música y el cine

Una tarde mis padres llegaron a casa con tres tomos titulados Gran crónica de la Segunda Guerra Mundial de la siempre interesante editorial Selecciones del Reader's Digest.

En particular el tomo 3 terminado de imprimir un 10 de mayo de 1976 -De Stalingrado a Hiroshima- me mostró los horrores del holocausto.
Los nombres de  Mussolini, Eisenhower, Churchill, Goebbels y Hitler comenzaban a formar parte de nuestro bagaje cultural.
Precisamente al llegar al capítulo Los Caminos de Hiroshima, observe a mis escasos 10 años El Hongo de la Muerte, la explosión nuclear detonada en Alamogordo, Nuevo México el 16 de julio de 1945. 
La Bomba Atómica finalmente fue lanzada el 6 de agosto de ese mismo año sobre dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaky.

La Segunda Guerra Mundial finalizó un mes después con la rendición del último actor del eje, Japón, pero su eco retumbaría por muchos años mas. 

Para mediados de los años setenta la Segunda Guerra no estaba tan alejada de nuestro tiempo y espacio, seguía siendo tema recurrente en series de televisión como el capítulo Cuando el Cielo Cayó del Túnel del Tiempo, que aborda el ataque a Pearl Harbor, o la cinta protagonizada por Charlton Heston, La Batalla de Midway de 1976. interés. 



El libro de la crónica de la segunda guerra seguía muy presente en mi vida y aun casi cuarenta años después sigue aportando datos, fotografías y sensaciones como aquella primera vez.
Desde luego el cine de ficción y documental ha enriquecido el tema.

En 1985  llega en formato Betamax a casa una cinta originalmente producida en 1974, El Código Odessa, protagonizada por John Voight profundizó aun más en la llamada Solución Final, ejecutada en los campos de concentración de Europa del Este en particular el de Riga en Estonia, así como el encubrimiento de los Nazis de alto rango. 


En 1990 la vida me permite con el apoyo de mi familia permanecer un mes y medio en Alemania, semanas en las que le devuelvo a mis libros algo de la enorme riqueza que me brindaron en mi niñez.
Pongo pie en las ciudades de la Alemania Oriental, la mayoría se ellas intactas entre las sangrientas rocas de otro impacto devastador de la Guerra, la separación del país.




La Caída del Muro de Berlín en 1989 abrió grietas de la vieja Europa, hacia una revolución libertadora

Los vientos de cambio proclamados por la banda de rock Alemana Scorpions ofrecen esperanza a  la nueva década.
Vientos de cambio que nos llevan treinta años después a vivir una nueva experiencia visual relacionada con la Segunda Guerra Mundial través de la cinta dirigida por Christopher Nolan, Oppenheimer.

Oppenheimer

Albert Einstein camina apacible a través de los jardines que rodean la Universidad de Princestone en la costa Este de los Estados Unidos. Como si no se tratará del hombre estableció los lineamientos esenciales de la Teoría de la Relatividad, quien en su famosa ecuación supone que en la materia hay enormes cantidades de energía. 

Establecido en el mismo campus, Oppenheimer cruza un par de opiniones con el maestro alemán y siguen sus propios caminos. 
La bases del desarrollo de la energía atómica se cruzan en un encuentro especial.

Es 1943 momento crucial en la carrera de Oppenheimer, a punto de ser nombrado por el General Leslie R. Groves, jefe de los laboratorios establecidos en una meseta árida en los alrededores de Nuevo Méjico, los Alamos, transformados en un templo de ciencia para el desarrollo del diseño de la Bomba Atómica. 

Desde luego Nolan aborda el pensamiento fulgurante del físico estaodunidense previo a su escalada en la historia de la energía atómica, enfatizando su razonamiento cósmico respecto a las términos de fuerza, reacción y expansión. Desde luego la cinta es prudente en los debates accionados en la mente de los hombres de ciencia cuidando no saturar al espectador.

 A lo largo de la cinta se muestran dos momentos posteriores al fin del llamado proyecto Manhattan. En uno de ellos Oppenheimer se ve obligado a develar situaciones peronales de gran impacto en su vida, y en otro se muestra al responsble de la comisión de energía atómica, Lewis Strauss.  Ambos momentos cierran ciclos en la vida del físico Norteaméricano y aun cuando se niega, dan la impresión de ser juicios dirigidos a desprestigiar su carrera.

La  cinta entonces se mueve en tres capas, el trabajo por momentos libre y entusiasta en los Alamos, la reunión de familias bajo un mismo techo de creatividad, y los cuestionamientos a la labor realizada posteriores a 1945, que muestran a un Openheimer en un vaivén entre el orgullo de su propia obra y el remordimiento por los efectos provocados.

Lo anterior queda de manifiesto en el intenso cambio de palabras entre él y el presdente Harry Truman posterior a la destrucción de Hiroshima.

Ya será cuestión de quienes sean testigos de  la cinta establecer el peso específico de los tres interesantes,  por momentos largos y densos episodios recreados en sus diferentes espacios y tiempos.

Sabemos de cualquier forma el trazo con tintes épicos que Christopher Nolan confiere a sus obras. 
Sincopados visuales, intesidad de diálogo y fuerza escénica.

En este momento es oportuno indicarlo, Oppenheimer no es una cinta sobre la Seguna Guerra Mundial, sólo toma el contexto bélico para trazar la historia de un hombre al que le tocó afrontar un momento crítico en la historia. 

No hay aviones, no hay flotas ni submarinos, por el contrario encontramos una innegable capacidad de Cillian Murphy para moverse en diferentes direcciones consolidando un gran personaje cuya órbita es amplia en rango y contenido.

Del atromentado científico, al mesurado maestro de materia, cuestionado y alabado por sus fieles seguidores, por el entonces mundo de facciones encontradas.
Política y ciencia en una carrera en pos del dominio del mundo, en compañía del demonio de la guerra.

Oppenheimer rescata un nombre de entre los libros. 

Acicateados por el espolón de la urgencia de la guerra probablemente se impidió enaltecer sus obras y legados en mayor medida.
El haber arrancado energía al atomo para convertirla en luz, cegadora, cambiante, de aterradora belleza, los marcó para siempre.
Y si hubo ruído, nadie lo oyó.

Einstein tenía razón, lo mas incomprensible del mundo es que es comprensible.