"Giorgio Moroder comenzaba a brillar en el campo de la música electrónica experimental cuando tuvimos contacto con él [...]. : Larry Harris. Casablanca Records. 1974.
Y de pronto sin mayor presentación Giorgio Moroder tomó el control de la consola y el derrotero nos sumergió en la década de los 70 y 80.
El italiano quien hace cuarenta años comenzó en Alemania un fructífero camino en la música contemporánea estaba frente a nosotros, una especie de rey midas que junto a muchos artistas rozó el pináculo de la popularidad llegando incluso a ganar tres estatuillas Oscar.
A Giorgio Moroder lo descubrí en 1977 cuando escuché en casa de un tío sonando a tope el "From Here to Eternity".
El sonido plagado de efectos, sintetizadores y cajas de ritmos me atrapó de inmediato.
Algo muy similar a lo que Meco Monardo había elaborado para la versión Disco de Star Wars de John Williams en ese legendario año; por ello seguramente me llamó tanto la atención.
A partir de ahí comencé a ubicar a Moroder en algunas grabaciones de la época, una en particular que mi padre me regaló en cassette en ese mismo año, A Love Trilogy de la cantante Donna Summer.
Mi oído aun bajo el influjo de los 70 y en su incipiente discurso musical atendió la impecable producción de su obra, en gran medida por la élite de músicos alemanes denominada "Munich Machine" que lo asistían en sus grabaciones y desde luego por su amigo y socio productor Ingles Pete Bellote.
La crema de la crema de aquellos años.
El laberinto de cables que emanaban de sus sintetizadores nos iluminó bajo las luces multicolores bajo las que apareció en primerísimo lugar la inolvidable Donna Summer, cuerpo estético de la obra de Moroder.
Cuando Love to Love You Baby comenzó a brillar en cada luciérnaga artificial de la consola de grabación y observamos a Donna en la pantalla mi cristalino se rindió...un momento muy especial de lo que fueron mis primeros años de lazos eternos que establecería con la música.
El origen estaba siendo reconocido a través de este colosal tema.
Las manos de Giorgio en "fade in y en fade out" mezclaban sonidos y sentimientos en cada nota y Donna regresaba del mas allá para recordarnos su inmaculada presencia hoy y siempre.
Y damos pié a celebrar ese arrollador paso por el celuloide, comenzando por el inefable Expreso de Medianoche de Alan Parker , por los que ganó el Oscar para mejor música original.
La escena de Billy Hayes en el aeropuerto de Turquía a punto se abordar enmarcado por el memorable punteo de sintetizadores y efectos sonoros de "Chase" que Moroder atiende con total y absoluta pulcritud.
Entre tarareos de la pegajosa Tom' Diner de su obra Dejá Vu arribamos a los top universales.
"What a Feeling" de la cinta Flashdance y "Take my Breath Away" de Top Gun mostrando a Jennifer Beals y a Tom Cruise acompañando el meteórica ascenso de los hit single de los 80.
El Pabellón Cuervo a estas alturas era un templo vuelto studio Discoteque, y Moroder una batuta humana que nos movía con el fijo iris de sus ojos.
Detrás de él aparece entonces Al Pacino y la atmósfera remix le da un toque distinto a la mítica cinta de Brian De Palma Scarface.
La última afrenta de Tony Montana se alumbra por el golpe de órgano y mellotron.
La ciudad edificada por Fritz Lang, Metropolis y el ímpetu de revivirla en 1984 nos deja clara la visibilidad futurista de siempre en Moroder.
Estamos presenciando capítulos de una era musical que abarco varios años, y este hombre fue la mente creativa detrás de aquellos.
Las casi dos horas bajo la mágica pócima nos regresa a la pista de aterrizaje, el mando de control con los años reducido a consola y Mac apple es apagado y las luces de esta fresca noche de febrero sustituyen las lámparas de la pista en la que fuimos testigos de la historia.
Ver y principalmente escuchar a G I O R G I O fue algo realmente especial al tener en cada mano lo mejor de sus mundos: la de músico y la de productor.
Y es cierto Giorgio, los 74 son los nuevos 24.
Brutal!
