Escrito a las 3:15 am
"También Dios se rindió..."
La vieja casa de Amityville de alguna forma extraña y atemporal se reinventa desde su sótano húmedo para evocar su trágico pasado en un despertar que ahoga nuestros gritos.
Terror clásico el que presenta esta nueva puesta basada en los asesinatos de 1974 perpetrados por el triste célebre Ronald De Feo Jr. en la casona ubicada en el número 112 de Ocean Avenue en la villa de Amityville en el estado de Nueva York.
Los hechos del 74 produjeron la novela Terror en Amityville de Jay Anson en la que se describen particularmente hechos paranormales acontecidos a George y Kathleen Lutz y una serie de cintas y documentales que cada cierto periodo de tiempo asoman su mirada al mundo para cercenar de golpe un posible final de esta leyenda.
Por el contrario la espeluznante historia se sigue alimentando de los rincones, escaleras y pasillos de la descomunal casona.
El pórtico se abre para invitarnos a la morada de espíritus malignos que se enclaustran en ese sótano húmedo en que germinan pesadillas escalofriantes de las que seremos presa.
A cuarenta años de distancia de aquellos hechos, una nueva familia osa adentrarse
más allá de los límites de la locura que mira desde el desván a través de los ventanales cuyos ojos trazan miradas infernales sobre los habitantes.
Las razones que han llevado a Joan a la casa son muy diferentes a las que llevaron a la familia Montelli en la precuela de 1982 , Amityville La Posesión, pero al final los hechos no van a modificar su destino. Encaminarán a Joan y a su familia a las palabras anunciadas por los habitantes de Amityville, al profundo encuentro del infortunio en manos del mal.
Sin mayores efectos especiales este despertar plantea el miedo en los terrenos escabrosos de la tragedia humana reflejada en el cuerpo consumido de James quien ingresa a la casa en estado declarado de coma.
Cuerpo sin simetría y sentido, vacío, víctima inevitable de las entrañas que en cada llaga abren senderos de pánico.
La posesión ronda su cuerpo y las pesadillas atormentarán a Belle y a Juliet.
Tapiz derruido que esconde tintes rojos esparcidos desde el inconcebible pasado.
Las memorables escenas de la antigua posesión sobre Sonny Montelli están cerca de rendir el tributo mas atroz con escopeta en mano.
Amityville sigue saciando su sed de muerte.
No importa la forma o razones que te hagan traspasar la cerca imaginaria que alguna vez se conformó de sal, su esencia sigue presente y las voces te susurrarán al oído palabras...esas palabras que conjugan sacrificio.
Esas palabras que Ronnie De Feo escuchó en 1974...
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