jueves, 12 de abril de 2007

LA VIDA DE LOS OTROS

En 1990 tuve oportunidad de recorrer parte de la región Alemana que por casi 30 años, para ser exactos desde agosto del 61 hasta noviembre del 89 del siglo pasado, había sido parte de la RDA, República Democrática Alemana.

Miré las calles de Oebisfelde como quien mira un pueblo fantasma, totalmente desolado y sólo alcanzaba a vislumbrar los rastros de una comunidad con muchas limitaciones; sin duda son dos elementos los que no puedo olvidar: los autos de madera ( Trabant), idénticos entre sí, pequeñitos, como de juguete, y las gasolineras. El asfalto estaba cubierto de charcos, las construcciones tan hermosas como apacibles y sensiblemente descuidas.

Apenas un año antes este y otros muchos poblados estaban delimitados por un Muro que dividía a la Alemania, y la ciudad de Berlín que había quedado del lado Soviético tras la guerra, también se ve rodeada por el Muro de Berlín.

La Vida de los otros se desarrolla precisamente en Berlín, del lado este. El año es 1984, todavía faltarían 5 años para la caída del famoso Muro.

Y la historia que le da razón es sencilla en la forma, pero impresionante, profunda y asombrosa en el contenido, brillante guión y actuaciones perfectas. La recreación del año, de las conductas, las fórmulas de pensamiento, convierten a la Vida de los Otros en algo más que una cinta, en todo un documento sociológico que utiliza los métodos del celuloide para llevarnos a un viaje intenso.

Pocas veces en una misma cinta he visto que lleguen a convivir de tan buena manera todos los estados de ánimo al armar un guión. Si, la Vida de los Otros es ante todo un cinta emotiva.

Los personajes principales son tres y de ahí se lleva al espectador a la reflexión, el diálogo interno en muchos sentidos.

La trama. El gobierno decide investigar a un famoso escritor de teatro Georg Dreyman, que es sumamente reconocido y leal al sistema socialista que impera en la RDA. Se maneja como excusa el temor a que este hombre decida sublevarse al régimen. Se interviene su departamento y se mantiene vigilancia sobre él y su compañera la popular actriz Christa-Maria Sieland a toda hora.

La razón de la investigación sin embargo es otra muy diferente.

El tercer personaje clave es el agente secreto Wiesler, quien poco a poco se va involucrando de manera más profunda con la vida de esta pareja, a quien espía por meses. Se forma así entre los tres un vínculo muy especial.

El tema cobra más fuerza cuando el escritor, sin saberse espiado, decide iniciar una campaña de desprestigio en la RDA, algo que podría costarle la carrera completa. De ahí que el buen suspenso tome la batuta de esta sinfonía alemana de fortalezas y debilidades humanas.

El odio y la traición , la impotencia, la soberbia, la inteligencia y sobre todo la bondad, matizan cada escena, cada momento.

La forma en que el agente Wiesler va tomando conciencia de su entorno es indescriptible, sus conceptos cuestionables en principio, dan un giro que pone de manifiesto la capacidad que tenemos los seres humanos de recapacitar, de atender a la honestidad y el buen juicio.

La Vida de los Otros es desde luego una crítica al sistema que como dice Miguel Ríos, triunfó en la juventud de la RDA. La forma en que se plantea la relación Sociedad –Estado, seres humanos automatizado , los viejos conceptos que el tiempo llevó a quedar empolvados detrás de la caída del Muro en el 89, saltan a la vista.

Una visión ciertamente, sólo una, pero interesante.

Y de entre todos los climax que de igual manera conviven, me quedó con el cierre.

Impresionante, toca las fibras más sensibles y a nivel cinematográfico de estructura impecable..

La Vida de los Otros es verdaderamente una cinta de Arte.


Comentario.

La Vida de los Otros fue elegida Mejor película extranjera en la pasada entrega de los Oscares. Venció al Laberinto del Fauno. ¿Qué decir?, nada. Son dos película extraordinarias, pero a la vez diametralmente opuestas por lo que es IMPOSIBLE compararlas. La Academia definitivamente no la tuvo fácil, una decisión complicadísima.

Que sea el público el que la juzgue, no hay de otra.

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