viernes, 3 de mayo de 2019

Alice Cooper Mother of All

Alice Cooper. 
Mother of All Festival
7 de octubre de 2017
Forum Monterrey

"La relación de Alice Cooper con el público siempre ha sido extraña y quizá malévola. Mientras otros artistas seducen a su público, Alice Cooper atenta contra su integridad" Vincent Furnier.

En 1980 vi una portada titulada The Alice Cooper Show, un disco de 33 rpm que tenía mi amigo Ricardo Moyers. El disco había sido grabado años antes , en 1977.



Una verdadera cinta de terror hecha música, con fotografías raras que se debatían entre la pesadilla mas profunda y la fantasía mas perversa.
Era Alice Cooper, el hombre que comprendió antes que nadie lo que se debería montar sobre un escenario y de tal forma los alcances del género al momento de llevarlo de gira.
De tal forma Alice Cooper subió al escenario todo lo que vivía en los rincones de su mente. Figuras extraídas de la laguna negra , cíclopes, herramientas de tortura, muñecas, cuchillos, metralletas y enmarcó el circo con rock fuerte y directo.
La silueta flaca y desaliñada se paseó entonces por los escenarios del mundo con una boa sobre sus hombros a lo largo de los 70 para hacerse de un nombre y una historia, hasta que inevitablemente se vino abajo de una forma estrepitosa.

Precisamente cuando llegaron los 80 y lo conocimos el tipo era una estrella apagada en plena debacle. En México daban más miedo el "general" Durazo, El Cine Teresa y cualquier cinta nacional, que él mismo.

De una forma incomprensible Alice Cooper quiso cambiar de estilo y migrarse a la incipiente New Wave. Terrible. 
Aunado a sus problemas con el alcohol, el circo había llegado a su fin.
A sus 32 años no había futuro claro para el confeso pionero del teatro rock.

Con todo ello México lo tuvo en Monterrey en noviembre de 1980, aun cuando cancelaran sus recitales en Acapulco por esos años.
Un escenario descuidado cubierto con una carpa, en plena cancha del estadio de los Tigres de la U de Nuevo León, fue el marco.  Hasta allá llegó el músico con una boa en plena extinción.

La reseña escrita en la revista Rock Pop describe un concierto decente con temas clásicos, pero sin brillo. Algo extraño sin duda.
Quedó registrado en los anales del rock internacional en México, pero nada mas.




Años después y habiéndose recuperado de sus problemas personales se encontró bien acogido por la era MTV y el auge de fines de los 80 en el que viejas glorias retomaron el vuelo. El lo hizo con un disco (CD) llamado Trash y un golpe extraído de esa obra llamado Poison. 
Desde esa trinchera el músico alcanzó a verse arropado en su cortejo por leales fans, entre los cuales ya nos contábamos nosotros.

La resurrección de Alice Cooper lo llevó desde luego a giras por todo el mundo en las décadas posteriores, con producciones a la altura del legado.
En los 90 apostamos en varias ocasiones que vendría a México, dado que Monterrey lo había tratado bien en sus años dolorosos.
No fue así. 

Llegó el nuevo siglo y la pesadilla siguió sin aparecer en México, nunca mas retornaría y muchos de nosotros quizá jamás lo veríamos tocar en nuestro país.
Por ello decidí en el año 2007 ir por él siendo testigo de toda su locura en una tierra tan ajena a su despilfarro escénico, Londres. Fue un día memorable junto a Motorhead que  cerraba una parte del sarcófago en el que Alice había permanecido desde 1980 para nosotros.

Aun así seguí esperando su retorno.
Su arribo para los 110 años de la Harley Davidson en el 2003 no fue una razón válida para verlo. 
El legado merecía algo mas especial que una noche se cocktail de tres canciones.

Por ello cuando el festival Mother of All anunció su presencia en este 2017 el golpe directo a la noches de horror poseyeron la mente de muchos de sus fans. 
El circo volvería a pisar la tierra que lo vio por vez primera, Monterrey.

Y esta vez muchos ausentes del pasado estaríamos presentes.

Al filo de las 10 de la noche finalmente la estrambótica figura tomó los controles y apareció frente a nosotros. Célebre imagen, icono del siglo pasado portando el maquillaje intacto alrededor sus ojos, temible tinta negra que se escurre hasta perderse en el inefable rostro. 
Arácnidos extraídos de una novela que surcan los globos oculares de la esquizofrenia que ronda su mirada, atroz y perdida.
No por algo el genio de Salvador Dalí lo clasificó de surrealistas en 1973 tras presenciar uno de sus conciertos.



A escasos metros Alice Cooper comenzó a torturarnos en la noche inolvidable del Mother of All en la que deberé llamara "la tierra reconquistada de Alice Cooper, Monterrey Nuevo León".
Treinta años después el creador del mito replicó la creación de Boris Karloff e instrumentó una guillotina en plena plaza, arrojando  el mejor rock puro junto a una banda de músicos excepcionales.  
El cuadro tenebroso está dirigido por la filosa batuta del legendario músico.

Temas que han desarrollado vida propia como Billion Dollars Babys, I Love Death y el célebre pupitre rayado de School's Out. Sonidos que taladran y cortan de tajo las neuronas de los viejos y nuevos fans.

El maestro Cooper se pasea por el escenario con total desenfado, ya sea con elegante atuendo de cuero o con la bata ensangrentada precedida de abusos.
Es un espectro visual en plena ceremonia.
Es una leyenda viviente que murió varias veces en los setenta pero "a todos se les olvidó decirme".

Una noche que se pintó de todos los escalofriantes lienzos que miramos y escuchamos por vez primera en aquella inolvidable portada de The Alice Cooper Show, gritos expelidos de sus obras fúnebres, macabras y tétricas.

Desde hoy el terror no abandonará nunca mas nuestras atrofiadas mentes.

Vincent Price. 










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