Las películas del director Terry Gilliam suelen producir confusión y hasta molestia. Pero si logras alinearte a las ideas y fantasías que se producen en cada una de sus cintas, puedes considerarte seguidor incondicional de sus películas.
Así me sucedió cuando miré y quede perplejo de los laberintos e ilusiones ópticas que plasmó en Brazil (1984), Doce Monos (1986), las Aventuras del Barón Munchausen (1988). Diferentes historias pero buscando ir al límite de las posibilidades visuales.
Siempre con sólidos guiones Gilliam nos presenta al Dr. Parnassus, un viejo, muy viejo, especie de mago que logra adentrarse en tu mente y llevarte a las imágenes más inhóspitas de tu imaginación.
Nada es gratis y el Dr Parnassus tendrá que entregar a su hija Valentina al mismísimo Diablo al cumplir 16 años, con quien pactó siglos atrás eterna vida
En lo que significó la última cinta de Heath Ledger, El Imaginario Mundo del Dr. Parnassus es un viaje que confronta la imaginación y de quien Ledger en su papel de Tony fue pensado para convertirse en guía de todos los viajes psicodélicos , hasta que la sorpresiva muerte del actor llevó a Gilliam a modificar ligeramente la historia y lograr acomodo a dos brillantes actores como lo son Johnny Deep –muy acostumbrado a este tipo de papeles- y a Colin Farell, como Tony´s imaginados a fuerza de cubrir la ausencia de Ledger.
Con escenarios Londinenses intercalando colores, matices y nubes flotantes, Gilliam mantiene el sello y logra al final el equilibrio entre la locura y la razón.
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